El pájaro es un pequeño ser
que impulsado por la densidad del viento
es capaz de abrirse y despegar ligereza propia.
Descansa parado sobre los cables de luz,
o los alambrados que tejen las calles
de un poste a otro,
de un teléfono al que sigue.
Rara vez extraña el piso
si no es para comer.
Jamás se electrocuta.
Pero a veces
en lugar de cruzar un viento
hecho de ventanas abiertas
se encuentra con el denso espesor de un vidrio,
un cristal que no reflectan sus ojos,
como un vampiro quieto en apariencia,
aunque fluido en espíritu,
como una palabra,
o un recuerdo.
Para los pájaros el vidrio no existe
más allá de un hecho impreciso
Y ese hecho se parece a la muerte.