Para vivir no hay cielo ni reposo,
ni hay Eros que te ayude en puntería,
no hay dios ni juez, tampoco brujería,
magia que cambie el suceder añoso;
no hay alma en pena más que cuerpo en duelo,
tampoco simple azar, ni viperino
consejero del mal, ni hay un destino
que reste voluntar a mi recelo.
queda ser responsable y estar solo,
mirar sobre el dolor y amar sin ruego,
herir a veces pero herir sin dolo,
huir al frío y no abrazar el fuego
y hacer sentido en el sentido sólo
de vivir las batallas del sosiego.