martes, 23 de noviembre de 2010


Un recuerdo de Christian R. Gaudí

Recuerdo cuando caminábamos por el centro de la ciudad cantando For the Benefit of Mr Kite y teníamos mucha energía mientras brincábamos por las aceras y las escaleras de la cámara de diputados en busca de una cantina llena de cervezas y chiquititotas las que se acercaban cansadas y viejas mostrando un caderamen lleno de músculo y grasa y cuyos senos apretados se nos mostraban a cualquier oportunidad por encima de la mesa para ofrecernos palomitas y bebida con la actitud maternal de quien dieran de comer con el pecho a dos jóvenes hambrientos de alcohol de noche y después tomados de la luz de los faros de las calles mientas platicábamos sobre las manchas del rostro duro de un trabajador enano que se embriagaba con el sabor de las rocolas y los anuncios salíamos a empaparnos de alumbrado público y rayones de sexo desperdigados por los muros que orinaban sus coladeras macilentas en el candor de una provocación hacia el mundo que siempre teníamos en la punta de la lengua como boca de jarro sin traslucir duda ni miedo y con los colores de la noche desperdigados en ebriedad de ahíncos y en soledad de voces a veces limpias y otras anegadas por el tabaco y la alegría cuyas sonrisas hacías intempestivamente amplias y sonoras o lentamente cálidas en espera de un nuevo chiste ya previsto o conocido y completado al fin por alguno de los dos cantores que éramos bebiendo y silbando y pensando a dónde más comunicaban esas calles conocidas ya pero supuestas de nuevo y cada ves como un destino ajeno y provocador que había que engullir con todo y su amargor profundo escondido en la acides sonara de los pasos propios y ajenos recordadores de nuestro propio recordar y divagar en comunicación de tarros atronadores de memorias vanas y canciones viejas con coladeras grises del centro y For the Benefit of Mr. Kite

martes, 26 de octubre de 2010

Don’t call me red

a pepe y a toño

dios ha bendecido al mundo con el plástico

al que insufló el poder de resistir el mandato de la tierra.

plástico eres y en el petróleo está tu paraíso;

esperando renacer en dióxido de carbono

recemos a la impronta que deja la muerte

y que se moldea después en eterno toperwere

o en bolsa de supermercado;

dios nos ha dado la red que acoge al sixpack

y al gran zeppelin de cocacola (deidad

menor de los bienaventurados).

no temas a la obesidad, que de los gordos

será el reino del señor,

pues los últimos serán los primeros.

no temas tampoco al desastre ecológico

que si se acaban las selvas

el altísimo ha proveído al mundo de tecnicolor.

acoge la biblia

que es tu contrato y,

cuando no quede más,

reza fuerte para que pague el seguro.

esperemos en dios, mientras tanto, la resistencia de los mercados

y que no caiga sobre la bolsa,

el peso de la pérfida insolvencia.

martes, 5 de octubre de 2010

ontologías taxonómicas

Una vez una quesadillera hizo una gordita de chicharrón que le quedó bastante más alargada que aquellas que había moldeado antes; lo hizo, es cierto, por maldad, por inquietud acaso filosófica. Con intención socrática la ofreció a un cliente cuya hambre era, por lo general, voraz pero, con gesto inconforme, éste la rechazó preguntando si era ésta, en realidad, una gordita. Es, si gusta llamarlo así, un tlacoyo de chicharrón, contestó la quesadillera. Y fue así como comenzó la discusión. ¿Cuándo es que una quesadilla de tinga pasa a ser un taco? se preguntó después. ¿En qué momento un taco de quelites debe ser llamado quesadilla? Preguntó más tarde su acompañante cobradora. A partir de entonces se realizaron las reuniones que la historia ha denominado el visantinismo quesadillero (por mal llamarlo de algún modo) y, consideran los estudiosos, es éste un síntoma claro de holganza en el trabajo de quesadillero, dado que pueden suspender su fatigada tarea para realizar ontologías, algunas veces, de complejidades Heideggerianas.

miércoles, 16 de junio de 2010

De "Perdiendo el tiempo" Celos

Un cuento corto

Pero querida mía, no hay por qué tener celos. La posesión es un acto totalmente ajeno al amor. Los celosos, por otro lado, no son más que de los posesivos de imaginación fecunda. Tampoco me prometas amor eterno, porque eso es lo que tenemos querida y durará hasta que tenga que durar, porque el amor es eterno hasta que termina, como decía seguramente algún poeta más bien menor.

Tú misma podrías (a veces lo pienso, cariño) verte envuelta de pronto en un romance a mis espaldas, y surgiría en ti un nuevo afán, de libertad tal vez, que ahora mismo no añoras, ni necesitas. Podrías por ejemplo, un día, salir de tu clase de danza y encontrar, entre tus amigos, a un nuevo integrante, recién llegado de algún lugar lejano que por azar, se parece tanto a ese que sale en la serie de Smallville, justo el que yo te digo que es feo porque no tiene pelo y su gesto es arrogante. Digamos que se llama Juan Pedro Pablo, por los apóstoles y tiene un gesto aburrido (en lugar del arrogante) y, a primera vista, vida mía, te parece un tipo nefasto y vulgar, de coqueteos torpes. Y así lo dejas pasar ese día, hasta que una mañana lo encuentras solo en la mesa de un parque y te llama débilmente; digamos que tú te acercas para no ser descortés y él te cuenta que es ajedrecista. Carajo, ajedrecista, piensas tú; es el tipo más aburrido del planeta. Eso supones, al principio correctamente y dices Vi al tal Pedro Juan Pablo, o Juan Pablo Pedro, y reímos mientras termino de preparar la merienda porque tiene nombre de papa o de monaguillo; incluso de algo peor si lo hay. Pero entonces puede ocurrir algo; prendes la tele y notas su parecido con Lex Lutor y te sonroja contarme lo del parecido y lo omites y comienzas así a pensar un poco de más en el monaguillo ajedrecista. Puede pasar (porque de hecho pasa) que vayas por el parque donde se encontraron la vez anterior, ahora un poco preocupada de hallarlo de nuevo y esa preocupación acarrearía, a caso ya, el inicio reprimido de un deseo que anida en tu espíritu poco a poco, un apetito que tal vez acariciarías, amor mío, como un chocolate fuera de dieta, o unos zapatos de anaquel prohibido. Y llegará el día, dulce amor, en que te encuentres de frente al imbécil aquél que despliega su tablero gastado sobre una mesa del parque y te invita a platicar sobre las batallas que se libran en el juego intelectual y mamón (el ajedrez vidita, esa cosa que yo nunca aprendí a jugar, a la que nunca aprenderé) y te habla con voz deliberadamente seductora de las batallas que se libran en las casillas, de la reproducción implacable de guerras históricas ya ganadas o perdidas. Qué dios detrás de dios la trama empieza, cita el monaguillo. Y las historias de batallas comienzan a perder terreno para dar paso a luchas distintas; es también una lucha erótica, te dice, una pelea de barreras y terrenos en los que se va ganando campo para tomar a la reina, destronar al rey. Y así te engatusa el infame pelón y tú, pérfido amor mío, te enamoras de un ajedrecista; alquilada hasta agosto, diría Rimbaud.

Yo comenzaré hoy a practicar mi esgrima, amor, porque tendré que matarlo.

Solicítale una satisfacción de mi parte.


VM.

martes, 27 de abril de 2010

Lo fundamental era la imagen imprecisa

y el misterio.

El viejo representaba el misterio y acaso

era la clave para responder a todas las preguntas.

A la orilla del mar la playa repetía su rítmica

e invitaba a cuestionar sobre dios

y sobre el mundo a los espejos. Su vínculo

era importante, aunque frágil como la imagen que se quiebra

y se destrona.

Desde una ventana

se podía llorar la presencia de la mujer más bella del mundo

que se pasea con andar cansado

sobre las ruinas de una pregunta por restaurarse.

La información se escurre

poco a poco

por las rendijas de las puertas

por todos los agujeros insospechados de un erotismo de muros y candelabros.

Las miradas pretenden un sigilo de detective

mientras los binoculares sobre las mesitas de noche

desprenden todavía las luces de una respuesta por migajas;

escondidos tras las puertas y debajo de las camas

están los escuchas de la verdad,

los reporteros secretos que aún saludan por las mañanas

porque no entienden lo que no son capaces de escuchar.

Qué nuevo y a la vez qué viejo es estar aquí.

Qué nuevas son estas palabras en las que sólo yo me reconozco.

Qué viejas son, que cualquiera puede verlas dentro de sí.

El sexo palpita como un corazón de niebla bajo los remolinos de su propia noche,

soñando con la cintura

que ha cruzado la calle

y se ha perdido hacia el borde

del tiempo, que parece una catarata negra de blandas resurrecciones,

que desdibuja.

Tal vez el momento más importante de la vida sea ese en el que vemos entrar al [viejo dentro de una carpa sin nombre y sin ruido

desde el estupor de una incógnita

que no se puede formular pero tiene lenguaje.

Como un dolor ella se descubriría un seno. Y el pene, como un surtidor averiado, [se despojará entonces de una sola lágrima.

Todavía hay formas de amar en el mundo

y de otorgar sentido.

En este palacio en ruinas

es posible encontrar pasadizos secretos y sus misterios

son el goce de una canción humana desprendida en orfandad de cantos.

Qué nuevo y a la vez qué viejo es estar aquí.

Qué nuevas son estas palabras en las que sólo yo me reconozco.

Qué viejas son, que cualquiera puede verlas dentro de sí.

Todo es una cuestión de ritmo. Pude ser o no la añoranza un principio de [compás.

En el mar, se vuelve a escuchar el mismo sonsonete

que ya es él mismo

un dios que no habríamos podido inventar.

Y el viejo entra en la carpa junto a la mujer más bella

y se esconden detrás de las cortinas, en las sombras de laberintos abiertos.

Desde aquí se pueden ver las incógnitas, con los binoculares que reflexionan, [posados después en sus burós

Desde aquí pueden ser imaginados los jardines

por acariciar,

los patios por desenredar en polvo de palabras,

en ceguera de canciones.

En las noches nerviosas

las maderas sueñan con fantasmas

en un crepitar vacilante de muerto sin memoria de morir;

el ritmo es un bastón ciego, que mueve las esferas,

como si se tratara de las duelas miedosas

o los astros, que son un ignorar de movimientos y colores,

como el polvo mismo

que se acerca a oler, sin intención de dar jamás con un sepulcro.

O por llevarlo siempre como un amuleto que ha dejado de ser de carne.

El viejo es el misterio,

el arrugado conjunto de preguntas;

la mujer es una sospecha inasible.

Qué nuevo y a la vez qué viejo es estar aquí.

Qué nuevas son estas palabras en las que sólo yo me reconozco.

Qué viejas son, que cualquiera puede verlas dentro de sí.

Como salido de una novela policiaca

se está aquí detrás de un vidrio viendo pasar todo y recomponiendo el universo

desde una perspectiva de rompecabezas,

huyendo, en realidad, de lo que se escapa solo.

Ese universo, esconde la más grande de las violencias

detrás de sus partículas elementales,

y nos engaña diciendo que el titilar de sus estrellas está muerto

que ha implorado ya

en el intimar de sí hasta oscurecerse por completo.

No le creemos para seguir observando su ritmo de nube,

que sondea y miente para descubrirnos

con una sorpresa universal

la ausencia de los muertos,

el misterio del viejo,

la carpa de circo o el simple cortinaje

que encubre la trinidad siempre escondida:

la locura, la mujer y la magia.

Qué nuevo y a la vez qué viejo es estar aquí.

Qué nuevas son estas palabras en las que sólo yo me reconozco.

Qué viejas son, que cualquiera puede verlas dentro de sí.

jueves, 25 de marzo de 2010

De la serie Aprendizajes, ó Un hombre tiene que ser capaz de valerse por sí mismo.

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Primera Trivia de Manifiestamente

1. A las moscas les gusta la caca porque:
a) es nutritiva
b) es rica
c) las moscas son seres muy tristes y se están castigando
d) la comida común como yerbas y semillas les parece pequeñoburguesa.

martes, 23 de marzo de 2010

domingo, 21 de marzo de 2010

de Fuegos

  • Un corazón es tal vez algo sucio. Pertenece a las tablas de anatomía y al mostrador del carnicero. Yo prefiero tu cuerpo.
  • ¿Adónde huír? Tú llenas el mundo. No puedo huir más que en ti.
  • El Destino es alegre. Quien preste a la fatalidad una especie de hermosa máscara trágica no conoce de ella sino sus disfraces de teatro. Un bromista pesado y desconocido repite el mismo burdo estribillo hasta las náuseas de la agonía. Flota en torno a la Suerte un indefinido olor a habitación de niño a caja barnizada de donde salen los diablos de la Costumbre, a armarios en donde se escondían nuestras criadas, grotescamente ataviadas, para darnos un susto con la esperanza de oírnos gritar. Los personajes de las Tragedias se estremecen, brutalmente alterados por la risotada del trueno. Antes de ser ciego, Edipo no hizo otra cosa durante toda su vida sino jugar a la gallina ciega con la suerte.
  • Por mucho que yo cambie, mi destino no cambia. Cualquier figura puede inscribirse en el interior de un círculo.
  • No hay amores estériles. Y es inútil tomar precauciones. Cuando te dejo llevo dentro de mi el dolor, como una especie de hijo horrible.
M. Yourcenar

de Fuegos

Nunca seré vencida. Sólo a fuerza de vencer. Puesto que cada una de las trampas que sorteo me encierran en el amor, que acabará por ser mi tumba, terminaré mi vida en un calabozo de victorias. Sólo la derrota encuentra llaves y abre puertas. La muerte, para alcanzar al fugitivo, se ve obligada a moverse, a perder esa fijeza que nos hace reconocer en ella el duro contrario de la vida. Nos da la muerte del cisne golpeado en pleno vuelo; la de Aquiles, agarrado por los cabellos por no se sabe qué Razón sombría. Como en el caso de la mujer asfixiada en el vestíbulo de su casa de Pompeya, la muerte no hace sino prolongar en el otro mundo los corredores de la huida. Mi muerte, a mía, será de piedra. Conozco las pasarelas, los puentes giratorios, todas las zapas de la Fatalidad. No puedo perderme. La muerte, para acabar conmigo, tendrá que contar con mi complicidad.

Marguerite Yourcenar

jueves, 18 de marzo de 2010


Wolfli describes himself as equaling ore even surprassing God in the quintessentially divine act of cosmic creation, as when he describes blowing into a "Horn of Omnipotence" that was lent to him bay God: "Oh Miracle and, Ravishment: Oh Splendor, Marvelous! Not only Myriaads! [sic] No!! Many Oberons of Sstaars [sic] ...and fragments of universe flew out of this horn in the direction of the South"

nota: "Oberon" es un neologismo de Wolfli para hablar del más alto de todos los números.

"But in order not to lose my way in the narrative" he writes, "I march right back to St Johannsen, and sit down at the table in an office decorated especially for me, take a lighted Havana to my lips and fill my jug full of beer so that I might tell the next chapter most exctly" At times he refers to himself as a "patient of Waldau [clinic]" or even a "candidate for the looney-bin" who devotes himself to the "madman's pastime" of mere fantasizing.

nota: las citas están sacadas de una conferencia de Luis A. Ssas (Rutgers University) Algo así como un fenomenólogo de la locura.


sábado, 6 de marzo de 2010

Sapo


Tengo por corazón un sapo oscuro

de ácida piel y lengua predadora;

un Buda verde y cruel, ciego a la aurora,

un grumo impar de sal y de cianuro.

Un hierático monstruo, sapo helado,

impasible batracio que me puebla

de sombra el pecho, la razón de niebla,

de verdegris las ingles y el costado.

Es su latido un vómito convulso

de rota voz, un alterado pulso,

a un tiempo mi cincel y mi escalpelo.

No hago sino esperar, mudo y omiso,

la noche en que despliegue, sin aviso,

dos alas negras y levante el vuelo.

Erando González 2010