lunes, 9 de septiembre de 2013

Tríptico del veterano


para Dulce y Fer


Veteranos de psíquicas batallas,
barrocos consumidos, viejos breves
o jóvenes de enojos hechos leves
bajo el peso de ajenas atalayas.

Cuantos hierros forjar puede neurosis,
madera balsa en mármol tormentoso,
espuma de naufragio, hace su gozo
de padecer sin gloria una cirrosis.

¿qué piedra opuso al pie la caminera
que embriagar pudo al triste su locura,
si de ron o mezcal, música oscura,

versos, novelas, porros o pintura,
qué obstáculo ocultó de la trinchera
una noble esperanza en la escritura?


Veteranos de psíquicas batallas
rumian la voz consciente de su falta
en psicoanálisis con mucha malta
y señalan en otro a los canallas.

Lacanianos de húmidos morfeos
(cadalsos de palabras y señales)
hacen de lengua un taco con sus males,
cínicos lúcidos y ardientes reos;

juegan a la victoria de troyanos
envueltos en caballos de madera
mientras se quejan de su cabellera

rapándose a Sansón con propias manos.
Y así se topan con la chingadera
de tener el cerebro en la cadera.


Veteranos de psíquicas batallas
en infiernos de voces desiguales,
muñones tibios de inclementes males
parados sobre vanas atalayas,

de superyoes gigantes consumidos,
ellos desnudos, grises de ceguera,
incluidos en ver que están afuera
de su propio buscar hecho de ruidos.

Y luego se proclaman vencedores
en auspicio de Calcas lisonjeros
que con chelas redimen los dolores,

y ponen fin con porros a los peros;
veteranos de psíquicas batallas
parados sobre vanas atalayas.