jueves, 18 de diciembre de 2014

a la vuelta de todas las esquinas
en los parajes mustios e insondables,
ahí donde los cuerpos incansables
se penetran en lánguidas inquinas,

ahí –digo– en la cúspide del beso
en donde enamorar es una bestia
de maremotos nobles, la molestia
de lo real, se hace infrecuente, y eso,

–eso que eres tu y yo­– se desvanece,
para dar paso a la incansable pena
de vivir lo total, lo irremediable;

ahí donde la noche no amanece,
donde vivirte acosa y te hace ajena,

soy yo, cero a la izquierda, inalcanzable…