Parece que en
lugar de hacerse un nido de fuego
en torno al
Margites,
un ovillo
destructor en torno a la comedia de Aristóteles,
parece que en
lugar de una guerra que arrancó con su impulso
un brazo a la
literatura,
una pierna a la
filosofía,
parece, digo, que
en lugar de tomarse su tiempo
el hombre para
apagar uno lo que incendiaba otro
y que en esta
lucha pérdidas o triunfos abjuraran el tono de la historia
y sus libros,
más bien parece
que un olvido
dejó caer un tomo hongueado,
que una polilla
como cualquier otra hizo su tiempo en canaletas de palabras,
en versos y en
escombros,
tornándose ella
misma en polvo antes de que algún lector/copista
cayera en cuenta;
parece que no
interesó al pasado lo que padece el futuro
y que sus huecos
son guerreros ciegos
y no llameantes
acróbatas ni humos fieles.