lunes, 27 de abril de 2015

Soneto mitológico-barroco vigésimoprímico (XXI)
no por falta de mitos o simpleza
ha de faltar de Arión el instrumento
que conformara en retorcido intento 
un barroco tenaz en su belleza,
y retomara con audaz limpieza
de Apolo bien la lira y el acento
ya bien de Otelo el craso sentimiento,
ya sea de supermán la ligereza. 
Que más conduce el verso complicado
la realidad mendaz en que torcido
se despliega igual Wolverine que Dido, 
y descubre con trazo lisonjero,
de guerras miles contumaz el hado,
héroe a Venus y a Scarlet en liguero.

martes, 21 de abril de 2015

tributo al hierro ágil o al tolete,
tributo de trabajos consumidos
en arietes de tiempo, en pasarelas
de hombres anudados en corbatas
de producción agreste e infinita.
tributo al rey que reina la partida
hasta que la derrota muestre ungido
de pedestales y de rocas, duro,
al traidor de la patria, al oprobiante,
al institucional de vieja silla.
tributo por los días empantanados,
por los dados
de azar infatigable consumidos,
por los idos,
en lucha firme en contra de su muerte,
al que es fuerte,
que cobra ese tributo y lo consigue,
y si no multa y pena a quien se niega.
Y se ciega
la vida cotidiana otro bimestre,
y busca un contador y se sosiega,
deduce sus facturas
y va y paga,
tributo de los hombre; y se traga
su mal humor y vuelve, sin descanso
a trazar otra vez las mismas líneas,
soñando con incendios,
con alzados de vieja sepultura,
con ruptura,
con mucha dinamita en los aviones
pagados con el bien de su tributo
ya gastado en morrallas.
atalayas
que en conjunto nos miran con desprecio;
juntamos su tributo ya debido,
pero soñando siempre
con esos mismos sueños, tan antiguos,
tal llenos de verdad,

tan invencibles.

martes, 7 de abril de 2015

venza el hielo su angustia endurecida
con aliento fugaz de microondas
y déjenme comer sin turbias fondas   
mi congelada carne constreñida,

que la sartén de aceites confundida
ya truena sin hallar en sus orondas
mieles lo que han de ser reces redondas  
que en criaderos hallaron muerte y vida.

Hambre del corazón, es bien sabido,
no se alimenta de razones claras
ni recurre con bien a lo perdido,

pero más se acongoja si sus raras
ideas, se desnutren por la boca,

a por los ojos lloren, si así toca.



esclarecido en mi verbosa afrenta
voy tejiendo las alas del olvido,
derrotado mendaz, a fuer perdido
del incontable horror que me frecuenta,

no me escucho si lloro, y se lamenta
mi pasado de verme malherido,
como un niño que observa su mentido
árbol que el sol deseca en la tormenta;

y recoge al pasar el nido vano
en que muere su Ícaro caído
aún antes de lanzarse al vuelo ufano.

¿Qué Dédalo te dio sin advertencia
dos alas de poder empobrecido,

dos voluntades rotas de impaciencia?