martes, 21 de abril de 2015

tributo al hierro ágil o al tolete,
tributo de trabajos consumidos
en arietes de tiempo, en pasarelas
de hombres anudados en corbatas
de producción agreste e infinita.
tributo al rey que reina la partida
hasta que la derrota muestre ungido
de pedestales y de rocas, duro,
al traidor de la patria, al oprobiante,
al institucional de vieja silla.
tributo por los días empantanados,
por los dados
de azar infatigable consumidos,
por los idos,
en lucha firme en contra de su muerte,
al que es fuerte,
que cobra ese tributo y lo consigue,
y si no multa y pena a quien se niega.
Y se ciega
la vida cotidiana otro bimestre,
y busca un contador y se sosiega,
deduce sus facturas
y va y paga,
tributo de los hombre; y se traga
su mal humor y vuelve, sin descanso
a trazar otra vez las mismas líneas,
soñando con incendios,
con alzados de vieja sepultura,
con ruptura,
con mucha dinamita en los aviones
pagados con el bien de su tributo
ya gastado en morrallas.
atalayas
que en conjunto nos miran con desprecio;
juntamos su tributo ya debido,
pero soñando siempre
con esos mismos sueños, tan antiguos,
tal llenos de verdad,

tan invencibles.

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