Tengo por corazón un sapo oscuro
de ácida piel y lengua predadora;
un Buda verde y cruel, ciego a la aurora,
un grumo impar de sal y de cianuro.
Un hierático monstruo, sapo helado,
impasible batracio que me puebla
de sombra el pecho, la razón de niebla,
de verdegris las ingles y el costado.
Es su latido un vómito convulso
de rota voz, un alterado pulso,
a un tiempo mi cincel y mi escalpelo.
No hago sino esperar, mudo y omiso,
la noche en que despliegue, sin aviso,
dos alas negras y levante el vuelo.
Erando González 2010
Mi comentario es "¡Ouch!"
ResponderEliminarEl mío va más bien por el lado del "!Woow con ese final!": "la noche en que despliegue, sin aviso, dos alas negras y levante el vuelo". Memorable.
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